La sensación con la que acabé el torneo que jugué el pasado sábado fue agridulce. Se trataba de la última prueba clasificatoria del circuito organizado por el World Amateur Golfers Championship y se celebró en el campo de Golf de Valdeluz.
El día fue caluroso, y al ser la salida a tiro a las 9:30 de la mañana, los primeros hoyos los jugamos con una temperatura agradable.
El campo se encontraba en buenas condiciones aunque los greenes estaban un poco irregulares y todavía quedaban vestigios del último pinchado.
Como decía, la salida fue a tiro y yo salía por el hoyo 7. Me presenté en el tee de salida tras cinco semanas sin haber tocado un palo de golf, y me costó unos cuantos golpes coger lo que podría llamarse «ritmo de swing». Conseguí acabar el hoyo con bogey y sensación de haber salvado los muebles.
Los dos primeros golpes del hoyo 8 se me fueron a la izquierda y el golpe de salida del 9 (par 3 cruzando el barranco), también. Algo extraño, porque mi fallo natural es por la derecha.
Aun así, el resultado en esos hoyos fue de doble-bogey y bogey.
En el hoyo 10 (que se vuelve a cruzar el barranco) tiré dos bolas al susodicho, la primera, de nuevo por la izquierda, y la segunda, por la derecha. Y me anoté la primera raya del día en mi tarjeta. Esto suponía que tras cuatro hoyos ya llevaba tres puntos stableford menos de los que debería.
Algo cambió en el hoyo 11 (par 5). El golpe de salida por fin fue bueno. Y aunque el segundo golpe se me fue por la izquierda cayendo en el búnker de calle que hay por esa zona, con el tercer golpe desde ahí, la dejé en green. Con dos putts, hacía el primer par del día y recuperaba uno de los puntos que llevaba perdidos.
Poco me iba a durar la alegría, pues en el hoyo 12 (par 3), de nuevo me salió la bola desviada a la izquierda y acabó en el obstáculo de agua. Con un triple-bogey perdía el punto recuperado en el hoyo anterior.
La salida del hoyo 13 (par 4) fue por enésima vez a la izquierda, pero en esta ocasión, con el segundo golpe llegué al green. Era un putt largo y cuesta arriba, aún así casi entra el birdie. Con el par volví a recuperar un punto.
En la montaña rusa en la que me encontraba de resultados y sensaciones, tocó bajar en el hoyo 14 (par 5) en el que me anoté la segunda raya del día en mi tarjeta.
De repente, tras una salida regular (otra vez desviada a la izquierda) en el hoyo 15 (par 3), hice una recuperación espectacular desde el búnker que me permitió hacer el par en el hoyo.
Y como si fuera fácil, encadené dos nuevos pares en los hoyos 16 y 17, embocando con un solo putt, lo que me llevaba hasta el quinto par del día y el tercero consecutivo. Gesta ésta última que solo recuerdo haber logrado en una ocasión con anterioridad.
Conseguí pasar el barranco desde el tee de salida del hoyo 18, lo que me habría la puerta para conseguir el cuarto par consecutivo, pero no pudo ser. Con un bogey, acabé los segundos nueve hoyos del recorrido con 19 puntos stableford para un total de 24 puntos en los 12 hoyos que llevaba disputados.
Con más sufrimiento del deseado, llegué de cuatro golpes al green del hoyo 1 (par 5) y acabé el hoyo con un nuevo bogey.
Y la montaña rusa de sensaciones subió en vertical con la salida que hice en el hoyo 2 (par 3), ya que dejé la bola a unos 60 centímetros del hoyo. El birdie estaba hecho, pero me quedó la pena de haber tenido la posibilidad real de ganar, por una vez en mi vida, el premio a la bola más cercana, y es que no había tal premio en este torneo.
Dice el dicho golfístico que después de birdie, mierdie. Y así fue. Tras una mala salida y una bola al agua, me anoté la tercera raya del día tras jugar el hoyo 3.
Sufriendo otra vez, alcancé el antegreen del hoyo 4 (par 5) de cuatro golpes y desde ahí emboqué para apuntarme el sexto par de la jornada.
Me quedaban los hoyos 5 y 6 para terminar el recorrido. Llevaba 33 puntos stableford y en esos dos hoyos tengo dos puntos de ventaja, lo que me permitía soñar con un gran resultado, a poco que hiciese dos bogeys o mejor.
La salida del hoyo 5 fue una de las mejores que hice en todo el día. Con el segundo golpe traté de dejarla cerca del green arriesgando lo mínimo posible. Me salió el golpe perfecto y dejé la bola a un metro del green. De camino imaginaba conseguir otro par, pero me tuve que conformar con un bogey y alcanzar los 36 puntos stableford a falta de un hoyo.
Desastre tras desastre, acabé el torneo con triple-bogey y 37 puntos stableford que, sabía, no me permitirían bajar de hándicap.
Una pena que después de hacer seis pares y un birdie no fuese suficiente para bajar.
Lo intentaré de nuevo en dos semanas, seguramente en La Dehesa, en un torneo organizado por Súmmum Golf.