Perdí cualquier opción en los primeros nueve hoyos

La crónica del torneo que jugué el pasado sábado en el Club de Golf La Dehesa, es bastante fácil de resumir: apuntar rayas en mi tarjeta, una tras otra, al menos en los primeros nueve hoyos.
Se trataba de un torneo perteneciente al Circuito Nacional Golf Infiniti, organizado por Súmmum Golf.
El día fue caluroso y el estado del campo me pareció un tanto irregular, especialmente en los greenes.
Las salidas eran consecutivas, desde el hoyo 1, y yo tenía mi hora de salida establecida a las 13:02.
Fue un día en el que no me funcionó nada, ni el juego largo, ni el juego corto, ni el putt.

De hecho, me pasé los primeros nueve hoyos tratando de averiguar cuál era el problema, porque no era normal, tanto desastre seguido. A pesar de la dificultad de pensar en lo que estaba haciendo mal en medio de un torneo, todo el tiempo se me venían a la cabeza las tres «cositas» que me estuvo cambiando mi profesor de golf en las últimas dos semanas y que me estaban haciendo modificar mi swing, sin tenerlas aún bien interiorizadas y practicadas.
Comencé en el hoyo 1 (par 4 con un barranco antes de llegar al green) con un bogey, a pesar de los dos primeros malos golpes.
Continué en el hoyo 2 (par 5) con una raya por culpa de una corbata por la que no emboqué el putt de doble-bogey.
En el hoyo 3, se me escapó el par, por un putt al que le faltaron dos vueltas.
En el siguiente hoyo (par 3) tripateé para bogey.
En el hoyo 5, otra mala salida me abocó a la segunda raya.
En el siguiente (par 5), de nuevo una mala salida y otra corbata, para anotarme otra raya.
Machaconamente, otra mala salida en el hoyo 7 me sirvió para anotarme la tercera raya consecutiva.
Conseguí un punto con un triple-bogey en el hoyo 8, tras la enésima mala salida.
De repente, en el hoyo 9, tras levantar bola de nuevo, después de perder dos bolas desde el centro de la calle, me vino a la cabeza una de las cosas que seguro estaba haciendo mal durante el swing. Me puse a prestar atención a ese pequeño detalle de mi swing y los resultados mejoraron algo, aunque mi estado mental estaba tan hundido que poco podía hacer, aparte de practicar los cambios que me había dicho mi profesor y tratar de acabar el torneo levantando un poco el ánimo.
En los segundos nueve hoyos conseguí, tres bogeys, tres doble-bogeys, dos triple-bogeys y no acabé el hoyo 11.
Con estos resultados hice el par del campo, según mi hándicap, en seis de los nueve hoyos. Y al menos, terminé los cuatro últimos hoyos con ese «par teórico» para mí y 13 puntos stableford, que unidos a los 9 de la primera vuelta, hacen un catastrófico resultado de 22 puntos stableford totales. Y la consiguiente subida de hándicap hasta 20,5.
Entre el disgusto por el resultado, el estado del campo, que distaba mucho de estar en perfectas condiciones y el precio del greenfee para los jugadores externos al club, decidí que no volveré a jugar en este campo por bastante tiempo, salvo que se presente una oportunidad realmente increíble.
Con la esperanza de que el próximo torneo me vaya mucho mejor, volveré a intentarlo dentro de dos semanas, aunque aún no he decidido dónde jugare.

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