Aunque se puede hacer peor, es casi imposible

El pasado sábado jugué el último torneo del Circuito de Madrid de Pitch&Putt que organiza la Federación Madrileña de Golf y que se disputó en el Club Jarama R.A.C.E.

El objeto que me había propuesto en este Circuito era alcanzar la final, a la cual acceden los 16 primeros clasificados, en mi caso, de segunda categoría, tras la disputa de los nueve torneos que forman parte del Circuito. Para obtener la clasificación final definitiva, se tienen en consideración únicamente las siete mejores tarjetas de cada jugador, es decir, que alguien que juegue los nueve torneos, se le descartan los dos peores resultados.

Por mi parte, como ya había faltado a dos torneos al principio del Circuito, cualquier resultado positivo que obtuviese en este torneo, suponía para mi sumar puntos a la clasificación, mientras que muchos otros jugadores, solo sumarían puntos en el caso de que hiciesen mejor resultado que sus dos peores resultados del resto de torneos.

En cuanto a la clasificación general, antes de jugar este torneo, me encontraba en el noveno puesto, empatado con otro jugador, por lo que mi clasificación para jugar la final estaba casi hecha.

¿Qué ocurrió en el torneo? Que jugué tan rematadamente mal que fui capaz de no sumar ni un solo punto más valedero para la clasificación final. Es decir, como si no hubiese jugado el torneo. Y mira que es difícil, puesto que se suman puntos siempre que el resultado sea menor de +30 golpes con respecto al par del campo (en un Pitch&Putt, el par es de 54 golpes). Y yo fui haciéndolo tan mal, que hasta que no hice mi golpe número 84, no acabé el torneo.

Y eso que empecé con sabor agridulce, puesto que en el hoyo 1, después de caer al búnker desde la salida y necesitar tres golpes para salir de la arena, emboqué un chip desde unos 5 metros para terminar con doble-bogey.

Y el doble-bogey fue mi resultado más repetido a lo largo del día, con hasta seis hoyos. Incluido el hoyo 2, en el que también probé el sabor de la arena.

En estos primeros hoyos, al menos hasta el 5, el putt fue lo que me salvó relativamente de un resultado escandalosamente malo. Pero todo golfista sabe que se puede tener suerte en 2, 3 o incluso algún hoyo más, pero en 18 hoyos, tarde o temprano, las aguas vuelven a su cauce. 

Probablemente, mi mejor golpe lo di en la salida del hoyo 8, en el que la bandera estaba en un costado del green, encima de una mínima plataforma. Fui capaz de dejar la bola en la plataforma, a un metro aproximadamente del agujero, pero no emboqué el putt de birdie.

Acabé la primera vuelta con unos malísimos 39 golpes tras tirar la bola al obstáculo de agua que hay a la derecha del hoyo, cuando en los ocho hoyos anteriores todos mis fallos habían sido tirando la bola a la izquierda.

Lejos de mejorar las cosas, la segunda vuelta fue incluso peor que la primera. Empecé en el hoyo 10, exactamente igual que había empezado en el hoyo 1, tirando la bola al búnker y acabando, de nuevo, con doble-bogey.

El putt que me había salvado en los primeros hoyos, ya no me salvaría más y así mis resultados fueron empeorando cada vez más.

El único oasis de buenos golpes apareció en los hoyos 13, en el que hice bogey, y sobre todo, en el 14, en el que otra gran salida me permitió tirar para birdie desde menos de un metro. También lo fallé.

Y a continuación, apareció el temido socket para despertar a todos los fantasmas en mi cabeza. 

Socket en el 15 y socket en el 16, hoyo en el que necesité de hasta ocho golpes para terminarlo y así acercarme a la barrera de los 84 golpes necesarios para no puntuar.

Socket también en el hoyo 17 y cuando lo terminé, llegué a los 80 golpes. Una salida decente en el 18 me permitió acabar con un bogey tras approchar y patear dos veces y así alcanzar los 84 golpes (+30 sobre el par del campo) y no conseguir ningún punto para la clasificación final.

Por suerte, parece que mi clasificación para la final del circuito estaba resuelta antes de empezar este último torneo, y si mis cálculos no son erróneos, tras restar las dos peores tarjetas de todos los jugadores, he debido finalizar en el puesto 11 ó 12. Por lo que todo apunta a que, a pesar de todo, habré cumplido el objetivo por el que he estado jugando este circuito.

 Ni que decir tiene que me ha subido el hándicap a 20,4. Aunque pronto tengo una nueva oportunidad para bajarlo, puesto que este mismo domingo juego un torneo en el Olivar de la Hinojosa. Campo largo y olvidarme por un día del Pitch&Putt.

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