El pasado sábado jugué una de las pruebas del Circuito de Pitch & Putt de la Federación de Madrid de Golf, que se disputó en el Club Encinas de Boadilla.
Era la primera vez que jugaba en este campo, pero ya conocía la fama de campo difícil que tiene.Como ya he comentado en ocasiones anteriores, en este circuito jugamos los sábados los jugadores cuyo hándicap era de 20,4 o más cuando jugaron el primer torneo. Por esto mismo, yo, a pesar de tener un hándicap de 19,8 antes del torneo, sigo jugando los sábados y, además, esto implica que estoy saliendo por el hoyo 1 cada vez que juego un torneo de este circuito.
El estado del campo era bueno, aunque la velocidad de los greenes fue cambiando de manera ostensible según pasaban los minutos. Al principio de la mañana, con el frío y la escarcha, los greenes estaban húmedos y lentos, pero luego, con la subida de temperatura, los greenes se secaron y aumentó su velocidad increíblemente.
En el primer hoyo, el más largo con diferencia y encima cuesta arriba, pagué con un triple-bogey la falta de competición y calentamiento de los últimos dos meses, en los que solo he participado en un torneo más.
Sin embargo, en el segundo hoyo, el problema fue la falta de conocimiento del campo la que me llevó a hacer un doble-bogey cuando el golpe de salida había sido correcto. El problema fue que la bola, a pesar de botar en el green se fue por el barranco que hay justo después del green, yéndose hasta casi la salida del hoyo 3.
En el hoyo 3, en vista de lo sucedido en los dos hoyos anteriores, pregunté a mis compañeros de partido, por los peligros del hoyo y fui capaz de conseguir mi primer par del día.
El hoyo 4 es otro hoyo, que, aunque toques bien a la bola en la salida, hay muchas probabilidades de irse a la izquierda y caer por la cuesta abajo que hay por esa zona. En la primera vuelta tuve suerte y mi bola se quedó enganchada en el collarín del green, pero en la segunda, a pesar de que el golpe de salida también fue bueno, mi bola acabó a unos 15 metros del green.
El siguiente hoyo es un martirio. Aunque la distancia al green es muy pequeña, los arboles impiden cualquier posibilidad de jugar un golpe normal, lo que implica que haya que inventarse un approach por bajo de unos 55 metros. Esta vez, en la primera vuelta no tuve la confianza para hacerlo y acabé con doble-bogey, aunque aprendí la lección para la segunda vuelta.
A partir del hoyo 6 empecé una racha de seis pares consecutivos en los que salvé, sobre todo, los complicados hoyos 8 (otro hoyo con mucho árbol, que te pueden venir bien o mal, pero es una lotería) y los hoyos 1 y 2, en los que la experiencia de la primera vuelta me sirvió para arriesgar lo menos posible, y me salió bien la jugada.
En esta segunda vuelta se me atragantó especialmente el hoyo 4, como ya comenté hace un momento.
Hice otros dos pares en los hoyos 5 y 6, lo que me mantenía aún en disposición de conseguir un resultado aceptable, lo que, teniendo en cuenta la dificultad del campo, podía ser un buen resultado en cuanto a la clasificación general se refiere.
Y, como suele ser habitual, inmediatamente después de tener ese pensamiento, hice un doble-bogey, un triple-bogey y un bogey para terminar el torneo.
Al final fueron 71 golpes brutos y 30 puntos stableford, lo que implicó la consiguiente subida de una décima a mi hándicap, hasta los 19,9 puntos.El próximo torneo de este circuito se celebra en el Olivar de la Hinojosa a mediados de marzo. Mi idea es jugarlo, pero quizá juegue algún otro torneo en campo largo antes de esa fecha.