El pasado sábado jugué el «Torneo Sanitas» que se disputó en Cabanillas Golf. La salida fue a tiro a las 8:30h, y aunque a primera hora hacía fresco, la temperatura fue estupenda a lo largo de toda la jornada.
Incluyendo este torneo era la tercera o cuarta vez que jugaba en este campo. La primera vez que lo jugué pensé que había jugado en el infierno, debido a la terrible dificultad que tiene.
La segunda vez, empecé a disfrutar también de la hermosura del campo. Y esta vez, a pesar de reconocer que es un recorrido durísimo, es a la vez precioso y está increíblemente cuidado.
Además, comencé el torneo saliendo por el hoyo 1 (par5), que es el hándicap 2 del campo, por lo que pasados cuatro o cinco hoyos más, pensé, «no es para tanto».
También puede ser que fuese gracias a los buenos resultados que estaba obteniendo, pues hice tres bogeys y tres doble-bogeys en los seis primeros hoyos, incluido un bogey en el hoyo 1.
Precisamente en uno de los hoyos más fáciles del campo (el hoyo 7, que es un par 3), me encontré por primera vez, en verdaderas dificultades. Tanto es así, que un triple-bogey significó la primera raya del día en mi tarjeta.
Sin embargo, recuperé uno de los puntos perdidos, inmediatamente en el siguiente hoyo (un par cuatro, corto pero estrecho y con fuera de límites tanto a la izquierda como a la derecha). La suerte tuvo algo que ver, pues el golpe de salida fue bueno, pero vi como la bola botaba en el camino de los buggies o muy, muy cerca y luego la perdía de vista. Llegué incluso a tirar una bola provisional por si la necesitaba, y se fue fuera de límites por la izquierda. Finalmente encontré la primera bola y con el segundo golpe me creé una increíble oportunidad de birdie. No fui capaz de rematar, pero hice un gran par.
Con un nuevo bogey en el hoyo 9, acabé la primera vuelta, con un resultado de 19 puntos stableford y 18 putts.
La suerte que me acompañó en el hoyo 8, me abandonó en el hoyo 10 (par 5 con dogleg a la derecha y una calle estrechísima en la zona donde debe caer el segundo golpe). En esta ocasión la salida fue buena, aunque ligeramente desviada a la derecha (igual que en el hoyo 8), pero esta vez la bola cayó fuera de límites. Con todo, acabé el hoyo con doble-bogey, que hubiese sido par de no haber tirado la primera bola fuera.
En el hoyo 11, que es un par 4 con un tiro ciego en la salida, recuperé el punto perdido en el hoyo anterior gracias a otro par que conseguí, en gran medida, debido a un precioso segundo golpe desde 135 metros y un terrible desnivel hacia abajo, que hizo que la bola describiese un vuelo perfecto hasta reposar en el centro del green.
Luego llegamos al hoyo 12 (par 3 largo, en el que hay que sobrevolar un lago) y en el que me quedé atrapado en uno de los bunkers. Segundo triple-bogey del día. En el siguiente hoyo, otro triple-bogey suponía la segunda raya en mi tarjeta.
A continuación se juegan cuatro de los siete hoyos más difíciles del campo. En los hoyos 14 y 15 (hándicaps 5 y 1 respectivamente) alcancé el green de tres golpes, pero el problema fue que necesité tres putts en el primero y cuatro en el segundo para finalizar con doble-bogey y triple-bogey.
El hoyo 16 es un par 5 en el que decidí levantar la bola después de haber perdido tres de ellas antes de llegar al green.
En los dos últimos hoyos, otro doble-bogey y otra bola fuera de límites acabaron de estropear lo que hasta el hoyo 11 era una tarjeta impecable.
El resultado final fue de 30 puntos stableford, habiendo conseguido 24 de ellos en los 11 primeros hoyos, y solo 6 en los últimos 7.
Esto significó una décima más a mi hándicap (22,9) a pesar de tener la sensación de que había jugado un buen torneo.
El próximo torneo aún no he decidido donde lo jugaré, pero será, seguramente en dos o tres semanas.