El pasado fin de semana jugué el cuarto torneo perteneciente al circuito Galaxy Golf que se celebró en el club de golf Costa Dorada (Tarragona). Era la primera vez que jugaba en este campo. De hecho, era la primera vez que jugaba en un campo fuera de Madrid o sus alrededores.
El día amaneció complicado por culpa del viento, con algunas rachas fuertes, aunque, sinceramente, he jugado en bastante peores condiciones (especialmente de lluvia, granizo y más). El campo estaba impecable, aunque la velocidad de los greenes me despistó ya que me pareció que unos estaban muy rápidos y otros no tanto.
Por otro lado, me pareció un campo complicado, con muchas subidas y bajadas, varios hoyos con dogleg, tanto a izquierda como a derecha, muchos árboles y matorrales, y bastantes sitios donde se juega cerca de los fuera de límites.
Lo mejor de jugar un campo por primera vez es que juego sin prejuicios y sin temores a los peligros y obstáculos del campo. Por mucho que estudie la tarjeta, o vea la descripción de los hoyos por internet, o tenga las distancias a green o a cualquier parte del campo gracias a las nuevas tecnologías, nada es comparable a poner el tee, pegar a la bola y jugar cada uno de los hoyos de un recorrido.
Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, desde el principio mi obsesión fue tratar de no meterme en problemas y todos mis sentidos los tenía puestos en intentar averiguar hacia donde iba el hoyo y donde se encontraba la bandera.
Sin embargo, ya desde el primer hoyo tuve problemas tanto con el híbrido como con los hierros largos y esa fue una constante a lo largo de todo el torneo. Por suerte, alterné esos malos golpes (sobre todo capones, por levantar la vista de la bola) con otros muy buenos, por lo que conseguí tres bogeys y dos dobles-bogeys en los primeros cinco hoyos del recorrido. En el sexto hoyo, un par cuatro recto y el primero sin el peligro de fuera de límites en ningún sitio, fue precisamente el primero en el que me lié, acabando el hoyo con una raya en la tarjeta. En el hoyo 7 seguí con la tónica de fallar golpes tontos, pero al menos, logré rascar un punto gracias a un triple-bogey. Por suerte, después de este hoyo llegó la carpa de avituallamiento y a fé que me sentó muy bien, pues en los dos siguientes hoyos me hice los dos únicos pares del día.
En el hoyo 8 (par 3), después de una pésima salida, estuve a punto de embocar con el segundo golpe llegando a tocar incluso el mastil de la bandera. En el siguiente hoyo (par 5), se produjo una de las situaciones curiosas del torneo: llegué a green de 3 golpes dejando la bola a menos de tres metros de la bandera. No emboqué, pero la dejé dada. Lo curioso fue que me pensaba que había hecho bogey, porque creía que estaba jugando un par 4, en vez de un par 5.
Salvé los hoyos 10, 11 y 12 con dos bogeys y un triple-bogey. En este momento llevaba 23 puntos en la tarjeta. Y entonces se me juntaron el hambre con las ganas de comer…
Mis compañeros de partida me asustaron con la dificultad del hoyo 13 (par 5 y hándicap 1 del campo) y a ello se unió el cansancio que empezó a hacer mella en mi cuerpo. Logré sacar un punto en el hoyo, pero de aquí al final solo pude hacer otros 4 puntos en los cinco últimos hoyos.
En el hoyo 16 me volvió a pasar otra vez lo que en el hoyo 9: me pensaba que estaba jugando un par 4 cuando en realidad estaba jugando un par 5. En este caso, al ir a dar el segundo golpe, me vi muy lejos todavía del green (lógicamente) pero no se me ocurrió que estaba en un par 5. Además, en este hoyo hay un obstáculo de agua y aunque traté de tirar a una zona sin peligro, el golpe fue regular, la bola se termino abriendo mucho y cayó al agua (por poco, pero cayó). Segunda raya del día en la tarjeta.
Mi resultado final fue de 28 puntos stableford, pero mantuve el hándicap en 23,5 debido a los malos resultados generales (supongo).
El próximo torneo que juegue será una de las pruebas correspondientes al circuito Gambito Premium que se va a disputar los días 14 y 15 de mayo en Golf Santander.