El pasado domingo jugué la segunda prueba del Ranking Santander que se está disputando a lo largo de este año en Golf Santander.
Para mí se trataba de la tercera vez que jugaba en este espectacular campo y me imaginaba que iba a ser un día de sufrimiento. Tanto por el hecho de solo haberlo jugado dos veces anteriormente, como por la longitud del recorrido, ya que soy poco pegador.
Además de estos dos hándicaps, se unió un tercero, que sinceramente no esperaba: el juego lento. Evidentemente no era la primera vez que me encontraba en un torneo en el que tardamos en hacer los 18 hoyos más de cinco horas y quince minutos (he jugado torneos en los que hemos tardado más tiempo incluso), pero, para mí hay una gran diferencia entre ir lento, porque tenemos que esperar a que termine la partida de delante, que a su vez está esperando a que termine su partida de delante y así sucesivamente; a que seamos nosotros los que empezamos a perder distancia con el partido que nos precede.
Bien es cierto, que el partido que iba detrás de nosotros no llegó a tener que esperarnos en ningún momento (me fui fijando), pero nosotros acabamos perdiendo todo nuestro último hoyo y algo más. Y no se trataba de un par 3, precisamente, sino de todo el hoyo 12, que es un par 5 larguísimo, y handicap 1 del campo. Es decir, necesitamos unos 20 minutos más que el partido que llevábamos detrás para terminar el recorrido.
Particularmente, esta situación me descentra, lo que hace que juegue incluso peor de lo que ya lo hago habitualmente.
En cualquier caso esto no es una escusa, pues como dije al principio, imaginaba que iba a ser un día de sufrimiento.
En cuanto al estado del campo, lo recordaba perfecto e impoluto y lo encontré bastante regular. Es cierto que el sábado cayó bastante agua y que era el tercer día seguido que se disputaba un torneo en el campo, por lo que es normal que las calles estubieran llenas de marcas de chuletas y los greenes muy machacados. Además el terreno estaba muy blando y no fui capaz de adaptarme al entorno. E insisto, todo esto no quita para que siga siendo un campazo.
En cuanto a mi tarjeta, resumiendo someramente, fue un desastre… solo tres bogeys y cinco doble-bogeys. El resto, peor.
En el juego de tee a green, comencé bastante bien, pero, inconscientemente, empecé a intentar dar más fuerte a la pelota, para tratar de llegar más lejos, lo que se convirtió irremediablemente en bolas a la izquierda y más problemas para alcanzar el green. Una vez allí, la cosa no fue mucho mejor. Acabé tres hoyos con un solo putt, mientras que en otros cinco hoyos necesité tres putts para terminar.
Total, 18 puntos stableford y otra décima más a mi hándicap (23,5).
Pese a todos los problemas, el campo me parece increíble y ya estoy pensando en volver a jugarlo más pronto que tarde.
Ahora llegan dos semanas en las que voy a estar parado, por lo que el siguiente torneo que juegue será el fin de semana del 7 de mayo, probablemente, en Somosaguas.