¡Qué siga la buena racha!

El pasado sábado disputé el Torneo de Verano de la Federación de Golf de Madrid que se celebró en el Club de Golf Olivar de la Hinojosa.

El día fue muy caluroso como corresponde a la época del año en que nos encontramos y eso que la salida del torneo fue a tiro a las 9:00h de la mañana. De hecho tuve un par de malos momentos en los que pensaba que el cansancio por el calor se apoderaría de mí y destrozaría todo lo bueno logrado en mi tarjeta.

El campo se encontraba en muy buenas condiciones aunque se notaba que habían regado bastante poco antes del torneo y había algunas zonas con agua. Pero sobre todo se notaba en la velocidad de los greenes, que estaban ciertamente lentos.

Como comentaba, la salida era a tiro y yo salía por el hoyo 13 (par 3). Como tantas otras veces me ha sucedido en el campo y ya he comentado algunas veces, tengo la sensación de que según me salen los primeros hoyos, así me suele ir luego en el torneo.

En este primer hoyo hice una salida bastante recta, ligeramente desviada a la derecha pero aceptable. El segundo golpe no fue lo bueno que me hubiera gustado, pero acabé el hoyo con dos putts y, por tanto, bogey, que, a la postre, fue mi resultado más repetido.

En el siguiente hoyo, el 14 y hándicap 2 del campo, volví a hacer una salida recta al centro de la calle. Este hoyo es uno de los pares 4 más largos del campo y el segundo golpe fue, además de recto, largo, dejando la bola a unos 70 metros de la bandera. Hice un approach muy bueno y emboqué desde unos dos metros y medio el putt de par que me reportaba cuatro puntos en mi tarjeta.

A partir de aquí, salvo con algunas excepciones, mi juego fue básicamente el mismo: salidas rectas y relativamente largas, llegar a los alrededores del green con el segundo golpe, para terminar el hoyo con approach y dos putts.

Así fue como conseguí sendos bogeys en los hoyos 15 y 16, aunque en el primero de ellos la salida no fue especialmente buena, pero pude recuperar con el segundo golpe.

En el hoyo 17 (par 5) me sorprendí a mí mismo al pasarme de green con el tercer golpe desde unos 90 metros y cuesta arriba. Nunca antes, al menos no lo recuerdo, me había pasado de green en un par 5 con el tercer golpe. Además, acabé en el bunker y no fui capaz de sacar la bola a la primera. Por suerte, el segundo golpe desde el bunker fue increíble y estuve a punto de embocar. Dejé la bola a 30 centímetros para un nuevo bogey.

El primer doble-bogey llegó en el hoyo 18, que se me suele dar bastante mal por culpa del obstáculo de agua que recorre la mayor parte del hoyo por la derecha. En esta ocasión la salida fue buena, pero el segundo golpe muy deficiente. A pesar de ello, estuve a punto de alcanzar el green, pero la bola empezó a caer hacia el agua y se salvó a pocos centímetros del obstáculo. La declaré injugable y como digo, acabé con doble-bogey.

Aún me cuesta creer que hiciera otro doble-bogey en el hoyo 1 (par 4), pues la salida, aunque no fue buena, fue en dirección al hoyo, ya que éste tiene un dogleg pronunciado a la derecha. Como apenas había matorrales, mi bola rodó hasta hacer una distancia de más de 230 metros y apenas me quedaban otros 90 hasta el green. Es cierto que un árbol me impedía tirar directamente a bandera, pero necesité cinco golpes para terminar el hoyo, y acabar con  doble-bogey.

Volví a coger calle en los hoyos 2 y 3, y volví al bogey en ambos hoyos. En el hoyo 4 (otro par 4 con dogleg a la derecha), el primer golpe se me fue a la derecha, lo que me vino bien. En esta ocasión, el segundo golpe fue muy bueno y alcancé el green. Acabé el hoyo con dos putts y el segundo par del día.

El primer momento de crisis me llegó justo en el siguiente hoyo (el 5, par 3). Tuvimos que esperar bastante, fui al baño y me refresqué la cara y el pelo, para rebajar la sensación de calor, pero lo que ocurrió fue que me dio más bajón, por el hecho de ser más consciente del tremendo calor que hacía. Acabé el hoyo con doble-bogey y tratando de olvidarme del calor.

Por suerte volví a las salidas rectas en el hoyo 6 y, de nuevo al bogey. En ese momento llevaba 27 puntos stableford en 12 hoyos. Y me llegó el segundo momento crítico.

Quedaban todavía seis hoyos e hice la peor salida de todo el día. Pegué a duras penas a la bola con el tacón del driver y, al menos salió trotando por una zona del campo sin hierba, por lo que rodó bastantes metros. En el segundo golpe, la bola dio contra un árbol, pero la suerte hizo que acabase en la calle. El calor me estaba asfixiando y veía el final del torneo lejísimos. Comí un par de bocados de bocadillo y bebí un par de sorbos de agua, y acabé el hoyo con otro bogey.

Me estaba agobiando por todo y también pensando que mis últimos hoyos del torneo, el 10, 11 y 12, y algo menos el 9, se me suelen dar bastante mal. Traté de ir comiendo y bebiendo poquito a poco para que no me pesase demasiado el estómago, ni empezase a sudar más de lo que ya lo hacía.

La salida del hoyo 8 (par 3) fue buena y alcancé el green, pero el segundo golpe fue muy malo y necesité tripatear para acabar el hoyo con otro bogey.

Sabía que en los hoyos 9 y 10 tenía dos puntos en cada uno de ellos por lo que traté de tirar recto y alejarme de los problemas. Esta táctica conservadora no siempre me da buenos resultados, pero en esta ocasión, al menos me permitió acabar ambos hoyos con doble-bogey y otros cuatro puntos en mi tarjeta.

En ese momento ya llevaba 36 puntos stableford y me faltaban por jugar dos hoyos. El hecho de saber que el resultado ya era bueno, junto con los bocados que seguía dando, hizo que se me olvidase el cansancio y parte del calor.

Acabé el torneo con otros dos bogeys, que me reportaron cinco puntos más en mi tarjeta, para un total de 41 puntos. El recuento final fue de dos pares, cinco doble-bogeys y la increíble cifra de once bogeys para una nueva bajada de hándicap hasta 22,1.

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